domingo, 19 de octubre de 2008

Pasé por tu calle y había oleaje en tu habitación…


Se suicidaron los acordes y se vistió de reina. Habitaban la calle del silencio. No había número. Olía a sal. Se cruzó con una guitarra y buscó su nombre en la ironía. La casualidad abría sus puertas y sus miradas se encontraron en una tarima.


En las cantinas del puerto
Entre el humo de un cigarro
Y una copa de promesas
Canta la que todos toman
Con su falda de milagros
Y su tono de sirena
Hace virar a los barcos
Mar a dentro de sus piernas

Y así descansa el corazón
Persiguiendo la nostalgia de un amor
Intercambiando el placer de su rincón
Por caricias bendecidas con el ron
Que en las heridas
De su cuerpo
Grabaron a fuego lento
Su recuerdo
Destilando la tristeza
Tensa y afloja los cuerpos
[…]

...: Þ륃:...

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