-Soy desgraciado -dijo el discipulo al maestro-. Mis deseos no se realizan. La mujer que amo no quiere saber nada de mi. Los grandes poemas que estaban destinados a ser el asombre de todos, no brotan de mi pluma. Envejezco. Estoy gordo, feo y enfermo. Mi vida es vulgar y miserable.
-Has de saber que esos pensamientos no te pertenecen a ti, sino a los tres gusanos que todos los hombres tenemos en el interior, y que nos corroen por dentro desde el momento de nuestro nacimiento -explico el maestro.
-Yo no creo esas viejas leyendas de la alquimia taoista -dijo el discipulo.
-Entonces permite que te regale un pensamiento permanente -dijo el maestro-. Cada vez que te vengan a la cabeza esas ideas negras, intenta imaginar como veras esta vida que tienes ahora cuando estes muerto y seas un espiritu.
Yo antes...
Hace 8 años
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